Recibido: viernes, 07 abril 2006
Una biografía
de René
Thom ilustrada con comentarios sobre su vida y su obra
científica
Nácere
Hayek
Departamento
de Análisis Matemático
Universidad
de La Laguna
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Prefiero el
campo de la matemática en el que no se sabe muy bien qué
se hace, en el que las fronteras son móviles y abiertas, y
en el que hay una zona de conocimiento en la que aún
se puede experimentar maravillas.
RENÉ THOM
René Thom nació el 2 de septiembre de 1923 en
Montbéliard, una pequeña ciudad del este de Francia próxima a la
frontera
suiza. Procedía de una familia de comerciantes. Desde muy pequeño, ya
se reveló
en primaria como alumno particularmente brillante y con capacidad de
obtener
luego becas para realizar sus estudios en el Collège Cuvier de esa
misma villa.
Mostraba una afición inmoderada por las matemáticas, y llegó a decir que desde los 10 años tuvo capacidad para imaginar un espacio de cuatro dimensiones. Mucho tiempo después, en una entrevista que le realizaron, Thom afirmaría: Mi primer intento en hacer algo original
en investigación, fue haber reconstruido todos los teoremas conocidos de la
geometría en R para la geometría en R .
Cursó el bachillerato en matemáticas
elementales en
Besançon en 1940. Su educación se interrumpe por la II Guerra Mundial,
por lo
que sus padres decidieron enviarlo junto con su hermano durante algún
tiempo a
Suiza. Luego fue trasladado a Lyon a casa de un amigo de su madre y en
junio de
1941 recibió allí el bachillerato en filosofía, lo que le permitió ser
aceptado
en el Lycée Saint Louis de París. En la capital francesa, y en
circunstancias
difíciles debido a la ocupación alemana, realizó el examen de ingreso
en
l'École Normale Supérieure (ENS) en 1943, licenciándose en la misma en
1946. Lo paradójico fue que, en realidad, yo nunca
había deseado estudiar matemáticas. Cuando accedí a l'École Normale
expliqué al
entonces subdirector G. Bruhat, que si bien era evidente que había
ingresado
como matemático, lo que me interesaba verdaderamente era estudiar la
filosofía
de las ciencias.
Durante los años transcurridos en la ENS
(durante
mucho tiempo pináculo del sistema educativo francés) vivió un período
de
regocijo apasionante al lograr contactar con personajes de élite de la
escuela
matemática del famoso grupo Bourbaki, especialmente con uno de sus
principales
fundadores, Henri Cartan, quien influiría sobremanera en su formación,
y una
vez que Thom obtuvo su graduación, sería su maestro y director de su
tesis
doctoral. Logró un puesto de investigador en el Centre Nationale de
Recherche Scientifique (CNRS) en Estrasburgo. En un seminario a cargo
de Ch. Ehresmann
pudo moverse en una dirección más geométrica y consiguió introducirse
en las
nuevas técnicas de la topología. Otros matemáticos, como J.-L. Koszul,
G. Reeb
y W.W. Tsün, también influyeron en la maduración matemática de Thom. Él
señala
que durante los años 1945 a 1950, en el
ambiente de un período extraordinario para la topología algebraica en
el que se
descubrió una multitud de entes y técnicas nuevas como la cohomología,
los
fibrados, la homotopía,..., desarrollé mi tesis doctoral.
En 1951 defiende Thom esa tesis titulada Spaces fibrés en spheres et carrés de
Steenrod. Debo decir que yo
personalmente, expresa Thom, no he
tenido ni tengo un gusto especial por la estructura matemática como
tal, si
bien observo que la mayor parte de mis colegas se encuentran seducidos
por la
hermosa estructura, rica, refinada, con la que se puede hacer un montón
de
cosas, elucidar relaciones entre ellas,..., un género de cosas que no me
tientan
en absoluto, ni tampoco el de ser generalista hasta el último
extremo. Una vez finalizado su doctorado, se le
concedió a Thom una beca post-doctoral en Estados Unidos, que le
permitió
conocer a matemáticos de la talla de A. Einstein, H. Weyl, N. Steenrod, E. Calabi y K. Kodaira. Regresa a Francia y trabaja como profesor en la Facultad
de
Ciencias de Grenoble (de 1953 a 1954), y
en la de Estrasburgo (1954 a 1963).
En 1958, por su trabajo en topología sobre
las clases
características,
la teoría del cobordismo
y el “teorema de transversalidad de Thom”,
es laureado con la medalla Fields en el International Congress of
Mathematicians que se celebró en Edimburgo. La medalla le fue entregada
por
Heinz Hopf quien en su alocución, al referirse a los descubrimientos de
Thom,
alaba su naturaleza geométrica
e intuitiva, enaltece el enriquecimiento que supone para las
matemáticas, y les
augura en el futuro un gran impacto en las aplicaciones. De condición
extremadamente
modesta, René Thom siempre pensó que no era merecedor de este honor. Tenía la impresión de que los trabajos que habían prolongado el suyo eran más profundos y que otros merecían, al menos tanto como él (ce
n'est plus!), la medalla. Pensaba, por ejemplo, en Barry
Mazur, por su demostración de la conjetura de Schoenflies (“Toda esfera Sn-1 en Rn que tiene una frontera
regular es
la frontera de una n-bola”), o en Milnor y su descubrimiento de las esferas exóticas (formas hepta-dimensionales con propiedades sorprendentes).

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En 1963 se le ofrece un puesto en el recién
creado
Institute des Hautes Études Scientifiques (IHES) de la pequeña ciudad
de
Bures-sur-Yvette por el presidente de este Instituto, para suceder a
Jean Dieudonné.
Tuvo un único colega matemático, Alexander Grothendieck, y en aquella
época el
mundo matemático se sentía muy interesado por los seminarios de éste.
Thom se encontraba desalentado y, a tenor de lo que afirmaría en
algunas
ocasiones, se planteó abandonar el mundo de la matemática pura para
abordar
dominios más generales, como la teoría de la morfogénesis (una
materia que me interesó entonces sobremanera y que me permitió
construir una teoría filosófica para la biología). Se dedicó también a
desarrollar la teoría de las catástrofes, su gran obra
. En síntesis, la teoría de catástrofes consiste en afirmar que un fenómeno
discontinuo puede emerger de algún modo espontáneamente de un medio continuo. En esa obra Thom proponía
establecer una metodología, un modo de
razonamiento que condujera a prever, por ejemplo, el declive en un acantilado,
el estallido de una ola, los motines en una prisión o las catástrofes
económicas. Una seria restricción de la misma es que podría ser
insuficiente si la evolución del sistema no lograra ser descrito por un
potencial. Establece una conexión entre las singularidades y el
nacimiento de
formas “naturales” que se bautizó como “morfogénesis”. El teorema
fundamental (o
“de clasificación”) enuncia la existencia de siete
“catástrofes elementales” (el pliegue, la cúspide, la
cola de milano, la mariposa, y las umbílicas elíptica, hiperbólica y
parabólica),
a cada una de las cuales viene asociada un conjunto de catástrofes,
representado morfológicamente por una superficie. Una multitud de
formas que
existen en la naturaleza podrían entonces ser reconstituidas con una
combinación de aquellas catástrofes elementales, y de tal manera que,
además, pudieran ser descritas geométricamente
mediante cuatro parámetros diferentes como máximo; en caso contrario,
no serían
“estables” (es decir, los modelos no retendrían su estructura
cualitativa a
pesar de variaciones cuantitativas pequeñas).
Al reflexionar sobre su estilo de trabajo, Thom decía:
Una gran parte de mis descubrimientos
proceden de pura especulación y se podrían catalogar como ensoñaciones
mías.
Acepto tal calificación, porque el acto de soñar ¿no es acaso una
catástrofe
virtual donde se inicia el conocimiento? En una época en que muchos
científicos
se dedican a calcular, ¿no es deseable que algunos de ellos pudieran
soñar?
En el IHES permanece Thom como profesor permanente hasta 1988, año en
el que se
jubiló, quedando luego como profesor emérito.
Dio numerosos seminarios que, con frecuencia,
resultaban cáusticos y desconcertantes. Con el fin de estimular a los
oyentes,
Thom solía saltarse espacios significativos de sus lecciones para
coaccionarles
a que esos huecos fueran completados por ellos mismos.
Si bien los
resultados que Thom obtuvo serían extraordinarios (sus primeros
teoremas son reconocidos
como muy profundos, rigurosos y de gran belleza), no realizaría una
gran profusión
de publicaciones. Excluyendo los de investigación matemática pura
, escribió más de 150 artículos. Alrededor de una quinta parte de ellos
proceden de la década de los 1970, que fueron recopilados en una obra
; unos dos quintos aproximadamente de la década de los 1980 con algunos
del
período anterior componen otro volumen suyo,
que cubre en general los dominios en que Thom ejercitara su
pensamiento:
semiología, biología, física y matemáticas, lingüística, teoría de
catástrofes,
epistemología. En uno de sus textos, titulado Status
epistemologique de la théorie de catastrophes, se expone una
de las mejores introducciones para la comprensión de esta última
teoría. La
parte que finaliza el volumen incluye, entre otros, algunos artículos
suyos que
suscitaron controversias filosóficas en el decenio de 1990: una, sobre
el “determinismo”,
en una gran revista parisina, y otra sobre el “método experimental”, en
la
Academia Francesa; aparecen, además, un ensañamiento suyo contra la
enseñanza
precoz de las “matemáticas modernas” (donde reafirma que la importancia
de la
intuición espacial le llevó a una
oposición rotunda ante la sustitución de la geometría por la teoría de
conjuntos y el álgebra en las escuelas primarias), y otro en el
que
combate contra la debilidad teórica del “darwinismo” (en el cual Thom
expone sus
reservas a esta teoría requiriéndole un mayor rigor; entre ellas, la de
que nociones
aparentemente simples, base del esquema darwiniano, como el determinismo o estocasticidad de las mutaciones, la relación
genotipo-fenotipo, etc., se disuelven en el análisis de una compleja
realidad
que desafía cualquier descripción).

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Thom escribió
asimismo otro grupo de artículos
que tratan temas diversos de filosofía de la ciencia,
biología teórica, psicología, geografía e incluso poesía, además de
otros libros.
En su obra Parábolas y catástrofes Thom destaca cómo mediante procedimientos
hermenéuticos (“parábolas”) pueden cambiar fenómenos inteligibles que
surgen
repentina e imprevisiblemente (“catástrofes”) en sistemas de apariencia
estable
(erupciones volcánicas, conflictos sociales, psicológicos,...), consiguiendo
aclarar el sentido profundo de las analogías (parábolas) que explican
algunos
de los fascinantes y más enigmáticos fenómenos discontinuos
(catástrofes),
desde la diferenciación en el desarrollo embriológico hasta las grandes
crisis
político-sociales. Se encamina así hacia una dirección que denominaría “semiofísica”.
En la titulada Esquisse
d'une sémiophysique, physique aristotélienne et théorie des
catastrophes, se
inclinó por su “aristotelismo topológico”,
para recuperar su tradición semiológica (aritmética, algebraica) a
partir de
la morfológica (geométrica, topológica), de la que fue un destacado
representante. Con la designación de “semiofísica”, Thom se refiere a
la
investigación de las “formas significantes” mediante los modelos de la
teoría de catástrofes como una física del
“sentido”. La obra se compone de dos partes, ligadas por la misma
metodología. En la primera de ellas, Thom atribuye un sentido al
observador que
contempla un espectáculo de formas naturales que evolucionan en el
curso del
tiempo, y expone una teoría que presenta dos tipos de conceptos (vinculados a las
discontinuidades) como condiciones
necesarias y suficientes de inteligibilidad de una ontomorfología: las “saliencias" (neologismo de “saillance”), entes estables que se
destacan en el fondo de su ambiente, y las “pregnancias”
(“pregnances”, del término alemán prägnanz), unas entidades no
localizadas, en principio invisibles. En la segunda parte, propone,
desde el
punto de vista de la teoría de las catástrofes, una lectura de la
física
aristotélica.
Durante la entrevista con J. Nimier antes
citada,
decía: La geometría es enigmática y tiene algo especial. En
ella no existe
heurística y siempre se hace necesario volver a empezar, en función del
problema; al contrario de lo que pasa en álgebra. En respuesta a
una carta
que le escribió el físico cuántico Paul Dirac comunicándole que el principal objetivo de la ciencia física no
es proporcionar imágenes sino formular leyes... la existencia o no, es de
importancia secundaria, Thom reiteró su firme creencia de que la provisión
de algún tipo de imagen
es para la mente de primordial importancia, añadiéndole: nuestra captación cualitativa de la
forma y del orden geométrico es más profunda que nuestra captación cuantitativa del número y de la magnitud.

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Para describir todos los fenómenos del mundo
exterior, Thom resaltaría algún tiempo después su afamada frase de que
a toda exploración científica se le plantea
el dilema “magia o geometría”; es decir, o tenemos que dejar de
preguntarnos ¿por qué?, o debemos intentar
ampliar nuestra intuición de la forma a nuevos niveles. El tipo de matemáticas que ofrece Thom, maestro
reconocido de
la topología diferencial, como respuesta a este dilema, fue la topología (una sutil descendiente de la
geometría), la cual, en lugar de líneas y cuerpos regulares de la
geometría
griega, se ocupa de todas las formas (concebibles) abstractas y
multidimensionales, un campo especializado que combina esas formas con
elementos del cálculo para tratar cuestiones de estabilidad y
transformación. Asumiendo
la premisa de que los cambios de forma (tanto en los procesos como en
los
objetos) son reales, capta el objetivo de la ciencia identificándolo
con la incesante creación, evolución y
destrucción de formas del Universo. En particular, a causa de su
fundamento
en la topología, su obra cumbre, la
teoría de catástrofes, es cualitativa, no cuantitativa.
La teoría de catástrofes, sin embargo,
resultó polémica, porque aquellas matemáticas que
habían sido fundamento de tres siglos exitosos de ciencia fomentaban
una
concepción parcial del cambio (cambio en el curso de los acontecimientos,
cambio en
la forma de un objeto, cambio en el comportamiento de un sistema,
cambio en las
ideas mismas). Se originaron controversias, unos defensores y otros
detractores
de la teoría. Si bien nadie discute el trabajo de Thom en teoría de
singularidades (cuya maduración y progreso fue principalmente debida
tanto a
Whitney y a resultados nuevos y profundos del propio Thom, como a
Mather, Malgrange,
Arnold,...), y que forma parte básica de la teoría de
catástrofes, habida cuenta de que Thom varias veces había afirmado que
esta
última no debe examinarse como una teoría científica, J. Guckenheimer,
un
experto en teoría dinámica y topología, advertiría (y también otros)
que es
difícil y sería un error examinar la teoría de catástrofes en términos
rigurosos familiares para los matemáticos. En particular, S. Smale
adopta la
posición crítica de que la teoría de
catástrofes tiene más de filosofía que de matemáticas; y a partir
de 1976,
se produce también una violenta reacción negativa de H.J. Sussmann y
R.S. Zahler (mostrando los
puntos principales de la crítica en los últimos números de 1977 de Nature, equivalente británico de Science) que discrepan en las
aplicaciones, poniendo énfasis en las catástrofes elementales como
modelos de
fenómenos discontinuos, aunque su controversia se polariza en torno a
E.C.
Zeeman (Warwick, Cambridge) más bien que en Thom, al principio
ferviente
defensor de éste. Zeeman se había concentrado en desarrollar modelos
específicos de catástrofes elementales que atrajesen el interés de los
investigadores, primero en biología y después en las ciencias sociales.
Para ilustrar
una de ellas diseñó una “máquina de catástrofes” del modelo de conducta
agresiva en el perro y, más tarde, otro modelo para tumultos en
prisiones, que
provocaría el primer estallido de la controversia.
De todos modos, y resumiendo, el verdadero impacto de la teoría de
catástrofes
no dependerá de los argumentos a favor o en contra, sino de lo útil que
resulte; incuestionablemente, es una teoría ambiciosa y sus promesas
son
todavía mayores que sus logros.
René Thom y el autor en el exterior de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de La Laguna (1992).
A Thom le agradaba resumir en frases cortas
su manera
de pensar. Por ejemplo, lo que limita
lo verdadero no es lo falso, sino lo insignificante. Predecir no es
explicar,
sintetizaba el título de otra de sus obras (Editorial Eshel, París,
1991). Si
bien Thom admite la importancia del rigor como garantía de
universalidad de la matemática,
resalta el poder de la intuición como elemento fundamental para su
comprensión.
Llegó a asegurar que si hay que escoger
entre rigor y significado (o sentido), elegiría sin vacilar lo
último.
Tenía la convicción de que la matemática ocupaba un lugar primordial
para el
descubrimiento de la realidad. Thom no disimulaba además su escaso
interés por
el rigor absoluto de las demostraciones (que le impuso Cartan) y se le
atribuye
la “boutade” (humorada): Mi última prueba
rigurosa fue la defensa de mi tesis doctoral. No obstante, seguiría
fielmente a su maestro y publicaría luego muy buenos trabajos. Opinaba asimismo que sus matemáticas
estaban más relacionadas con la poesía y
la filosofía que con la ciencia empírica basada en experimentos,
la cual
tendía a menospreciar. En cierta ocasión argumentaría una curiosa
sentencia
sobre la vocación: No creo que estar
siempre probando teoremas sea una actividad natural para los
matemáticos.
La amplia variedad de campos que llegó a
abarcar Thom
con su gran obra dejaron una marcada huella en diversos ámbitos de la
cultura. En
especial, la teoría de las catástrofes despertaría tan enorme interés que
fascinó a muchos destacados profesionales del arte. Jean-Luc Godard
realizó una
película titulada René, una
penetrante exploración de la personalidad de Thom. Algunos celebrados
músicos
compositores se inspiraron en el trabajo de Thom, entre ellos Pascal
Dusapin,
quien compuso Loop, un octeto de
violoncelos.
Mención especial merece Salvador Dalí, el
maestro catalán
del surrealismo, que en su última época se encontraba poseído por una
gran
inquietud en el mundo científico. Conoció al matemático francés en 1978
y quedó
realmente subyugado con las ideas de Thom. Además de un Tratado de
escritura catastrofeiforme de 1982 (29 páginas manuscritas),
lo que Dalí hace en la década de los 1980 se centra en el fenómeno de
las
catástrofes de Thom. Sus últimos lienzos representan una serie dedicada
a René, entre las que destacan El rapto topológico de Europa (Homenaje a
René Thom) (que muestra una vista aérea de un paisaje del
continente europeo
fracturado en dos grietas sobre una superficie alabeada al que se
yuxtapone una
ecuación de Thom que intenta explicarla) y La cola de milano, entre otras.

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El rapto topológico de Europa
Salvador Dalí (1983)
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La cola de milano
Salvador Dalí (1983)
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Durante la última época de su vida, la obra
de Thom
se hacía, claramente, cada vez menos matemática y más filosófica.
Thom había pensado profundamente sobre el orden de la naturaleza y
sobre cómo
se refleja en todas las teorías científicas. Muchos resaltan que fue
uno de los
primeros en preconizar y practicar la interdisciplinariedad. Su teoría
de
catástrofes llegó a utilizarse para describir fenómenos tan diversos
como las
crisis psicológicas, la formación de un embrión, el estallido de una
revolución
o las reacciones químicas, si bien, como ya hemos señalado, los
críticos
pusieron los mayores reparos y condenas a su extensa
aplicabilidad.
El recorrido científico de René Thom lo
configura
como uno de los más grandes matemáticos del siglo XX, uno de los
principales
fundadores de una rama entera de las matemáticas modernas que ha
originado la
teoría del caos. No obstante, y como ya han subrayado algunos de sus
admiradores, su carrera sería atípica. Después de haber desarrollado
una obra
matemática considerable se consagró exitosamente a la filosofía, llegando, por
otra parte, a enrolarse en ese grupo de raros matemáticos que tuvieron
que
buscar aplicaciones de su saber en otras ciencias.
Fue elegido Miembro de la Academia de
Ciencias Francesa
(en 1976) y luego de la Academia Americana de Artes y Ciencias. Ha sido
también
galardonado con el Grand Prix de la Ville de París en 1974 y recibió
otros
muchos honores y medallas no sólo en Francia, sino en todo el
mundo.
René Thom murió el 25 de octubre de 2002 en
Bures-sur-Yvette a causa de una enfermedad vascular. Le sobrevivieron
su esposa
Suzanne, sus dos hijas y un hijo.