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SUS MATEMÁTICAS Y SU ESTRECHA RELACIÓN CON LA ASTRONOMÍA SON TODAVÍA FUENTE DE ASOMBRO Y DE TEMORES INFUNDADOS POR QUIENES NO CONOCEN ESTA CULTURA.
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EXTRAÍDO DEL PERIÓDICO "EL CORREO"
De todos los aspectos de la cultura maya, desarrollada entre el 1800 a.C. y
el siglo XVII d.C., uno de los más apasionantes es sin duda el desarrollo matemático
que alcanzó este pueblo.
El logro que se cita con más frecuencia como punto culminante de la cultura
maya es el cero. El cero ya existía como símbolo entre los antiguos babilonios
como indicador de ausencia, pero se perdió y no se recuperaría hasta el siglo
XIII con la numeración indoarábiga.
El cero era de uso común en las matemáticas mayas, simbolizado por un
caracol o concha marina, fundamental en su numeración de base vigesimal. Es
decir, en lugar de basarse en 10, se basaba en el número 20, quizá por los
veinte dedos de manos y pies.
Sin embargo, hay indicios de que los mayas, aunque lo aprovecharon y
difundieron, no fueron los originadores del cero en Mesoamérica. Probablemente
lo recibieron de la cultura ancestral de los olmecas, desarrollada entre el 1400
y el 400 antes de nuestra era. Los olmecas fueron, de hecho, los fundadores de
todas las culturas mesoamericanas posteriores (incluidas la azteca o mexica y la
maya, entre otras), aunque por desgracia no contaban con escritura, por lo que
siguen siendo en muchos aspectos un misterio.
El otro gran logro maya fue la utilización del sistema posicional, donde el
valor de los números cambia de acuerdo a su posición. El punto que representa
uno en el primer nivel, se interpreta como veinte en el segundo nivel y como 400
en el tercero, como nuestro 1 puede indicar 10, 100 o 1000.
Los números mayas se escribían con puntos y rayas. Cada punto era una
unidad, y cada raya representaba cinco unidades. Así, los números 1, 2, 3 y 4
se representaban con uno, dos, tres y cuatro puntos, mientras que el cinco era
una raya. Cuatro puntos adicionales sobre la raya indicaban 6, 7, 8 y 9, y el
diez eran dos rayas una sobre la otra. Así se podía escribir hasta el número
19: tres rayas de cinco unidades cada una y cuatro puntos unitarios. Al llegar
allí, se debía pasar a la casilla superior, del mismo modo que al llegar a 9
nosotros pasamos al dígito de la izquierda. El número 20 se escribía con un
punto en la casilla superior (que en esa posición valía 20 unidades) y un cero
en la inferior.
El sistema funcionaba para cifras de cualquier longitud y permitía realizar
cálculos complejos con relativa facilidad si los comparamos con los mismos cálculos
utilizando números romanos.
CALENDARIOS
El desarrollo de las matemáticas entre los mayas se relacionó estrechamente
con su pasión astronómica, producto a su vez de la cosmovisión religiosa de
su cultura. Su atenta y minuciosa observación y registro de los diversos
acontecimientos de los cielos llevó a los mayas a tener cuando menos 17
calendarios distintos referidos a distintos ciclos celestes, como los de Orión,
o los planetas Mercurio, Venus, Marte Júpiter y Saturno, que se
interrelacionaban matemáticamente.
Pero los dos calendarios fundamentales de los mayas eran el Tzolk'in y el
Haab.
El calendario sagrado, el Tzolk'in, se basa en el ciclo de las Pléyades, de
26.000 años, generando un año de 260 días dividido en cuatro estaciones de 65
días cada una. Cabe señalar que las Pléyades, grupo de siete estrellas de la
constelación de Tauro, atrajeron la atención de numerosos pueblos, como los
maorís, los aborígenes australianos, los persas, los aztecas, los sioux y los
cheroqui. A los recién nacidos se les daba su nombre a partir de cálculos
matemáticos basados en un patrón de 52 días en este calendario.
El Haab, por su parte, era civil y se utilizaba para normar la vida
cotidiana. Su base es el ciclo de la Tierra y ha sido uno de los motivos de
admiración del mundo occidental, pues resultaba altamente preciso con
365,242129 días, mucho más preciso que el Gregoriano que se utiliza en la
actualidad. Nosotros tenemos que hacer un ajuste de un día cada 4 años (con
algunas excepciones matemáticamente definidas), mientras que los mayas sólo
tenían que hacer una corrección cada 52 años.
La interacción matemática de los años de 260 y 365 días formaba la 'rueda
calendárica'. Los pueblos mesoamericanos se esforzaban por hacer calendarios no
repetitivos, donde cada día estuviera identificado y diferenciado. Esto lo
hacemos nosotros numerando los años, de modo que el 30 de marzo de 1919 no es
igual al 30 de marzo de 2006. Los mayas no numeraban los años, y cada día se
identificaba por su posición en ambos calendarios, el sagrado y el civil, de
modo que un día concreto no se repetía sino cada 18.980 días o 52 años.
Los mayas usaban también la llamada 'cuenta larga', un calendario no
repetitivo de más de 5.000 años que señalaba distintas eras. La era actual
comenzó el 12 ó 13 de agosto del 3114 antes de nuestra era y terminará
alrededor del 21 de diciembre de 2012. Esta cuenta larga utiliza varios grupos
de tiempo: kin (día), uinal (mes de 20 kines), tun (año de 18 uinales, 360 días),
katún (20 tunes o 7200 días) y baktún (20 katunes o 144.000 días).
Cada fecha se identifica con cinco cifras, una por cada grupo de tiempo. La
fecha 8.14.3.1.12 que aparece en la placa de Leyden, por ejemplo, indica el paso
de 8 baktunes, 14 katunes, 3 tunes, 1 uinal y 12 días desde el comienzo de la
era. Convertidos todos dan 1.253.912 días, que divididos entre los 365,242 días
del año nos dan 3.433,1 años, que restados de la fecha de inicio de la era nos
da el año 320 de nuestra era.
Esta proeza matemática, por cierto, ha sido malinterpretada por grupos de
nuevas religiones. Dado que esta era maya termina hacia el 21 de diciembre de
2012, se ha hablado de una inexistente 'profecía maya' que señala ese día
como el fin del mundo. Ninguna estela, códice o resto maya indican tal cosa. Sólo
señalan que matemáticamente ese día termina una era, y al día siguiente,
como ha sucedido al menos cinco veces en el pasado según creían los mayas (en
cinco eras), comenzará una nueva era. Como el 1 de enero comienza otro año
para nosotros y el mundo no se acaba el 31 de diciembre.
Más información: Mauricio-José Schwarz, Los números de los mayas,
El Correo, Territorios [7
de marzo de 2010] |