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EN ESTE ARTÍCULO DE OPINIÓN PARA EL PERIÓDICO "EL ESPECTADOR", JAVIER MORENO HABLA SOBRE LOS CAMBIOS QUE ESTÁN OCURRIENDO EN LA FORMA DE HACER MATEMÁTICAS.
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EXTRAÍDO DEL PERIÓDICO "EL
ESPECTADOR"
Parece inofensivo, pero uno nunca sabe con esas cosas. Si quieren más
información, aquí
está. Hay gente, muy poca, que sabe cuál es ese número y otros que todavía
no lo saben porque, bueno, eso es lo que significa que sea clasificado.

Esto es algo relativamente nuevo en matemáticas. Es un paso en una dirección
que no me gusta. Una dirección que es una afrenta directa a la manera en la
cual las matemáticas, como disciplina, como gran obra del intelecto humano, han
crecido y prosperado. En contraposición con la imagen popular del matemático
como un hombre recluido y autista, buena parte de las matemáticas actuales son
el producto de intensa interacción social (condimentada, eso sí, con lapsos de
mediana soledad). Los matemáticos trabajan mucho tiempo solos, sí, pero también
se encuentran, colaboran, intercambian resultados y problemas y, sobre todo,
comparten. Hay respeto y orgullo en la autoría, por supuesto, pero liberar el
resultado, una vez alcanzado, o incluso en un punto medio, es parte del proceso
natural que permite que el juego siga su curso. Los celosos teoremas secretos,
con seguridad basados en trabajos previos y libres, rompen el ciclo de
confianza: abusan del sistema y lo corrompen. Sus autores reciben pero no dan.
Por fortuna, estos teoremas clasificados son, por lo pronto, casos aislados.
De hecho, gracias a la moda de las redes sociales, el intercambio matemático en
línea ha aumentado dramáticamente. De tímidos blogs de noticias de la
disciplina hemos pasado, en cuestión de meses, a sitios diseñados para promover
la visibilidad de ciertas áreas y el
intercambio de preguntas y respuestas especializadas. Así mismo, hemos
visto nacer varios seminarios
en línea donde colegas de diferentes lugares se dan cita para discutir
detalles técnicos y compartir opiniones sobre la naturaleza de los desarrollos
y los métodos. Tim
Gowers, quien recibió la medalla Fields (una especie de premio Nobel matemático
para promesas jóvenes) en 1998 por sus trabajos en combinatoria y análisis
funcional, propuso a principio de este año la idea, descabellada para muchos,
de que tal vez era posible hacer matemáticas a través de un foro abierto en
Internet. El resultado de su propuesta es el proyecto Polymath,
un sitio en línea donde matemáticos de diferentes especialidades,
proveniencias y edades se dan cita para discutir y resolver en equipo problemas
concretos. El primer candidato fue una demostración alternativa de un cierto
resultado relacionado, perdonen la vaguedad, con triquis n-dimensionales, y tras
cerca de dos meses de discusión fue
declarado resuelto. Ahora Gowers ha propuesto problemas más ambiciosos. Uno
muy interesante (¡y probablemente muy difícil!) que está en etapa preliminar
es armar un modelo matemático-computacional que muestre cómo
podría emerger vida de la nada. Otro más, actualmente en desarrollo y a
cargo del activísimo (y también medalla Fields) Terence
Tao, está relacionado con la
búsqueda algorítmica de números primos.
Como ven, pese a la existencia de los teoremas egoístas y las absurdas
patentes matemáticas (de las que espero hablar en otra ocasión), hay muchas
razones para ser optimistas sobre el futuro de la disciplina. La adopción
masiva de los nuevos medios de comunicación está cambiando radicalmente y para
bien la manera como las matemáticas nacen, crecen y se distribuyen. Las
colaboración abierta y constante, una de las principales tradiciones y
fortalezas de las matemáticas como actividad humana, nunca ha sido tan robusta
y rica como hoy.
Más información: Javier Moreno, La parábola del teorema egoísta,
El Espectador [21
de noviembre de 2009] |