El diseño de altavoces
David Henwood
La mayoría de las
estructuras vibran según frecuencias naturales cuando se las excita (por
ejemplo, golpeándolas), y como consecuencia sufren distorsiones en las
correspondientes formas o modos.
Esta propiedad de vibrar
naturalmente a ciertas frecuencias es la forma de crear música, pero también es
la principal fuente de dificultades cuando ésta se reproduce, por ejemplo a
través de un altavoz. El mismo fenómeno que causa el sonido original se
convierte ahora en distorsión. El problema surge porque las piezas
estructurales de un altavoz tienen cada una sus propias frecuencias naturales
que pueden influenciar el sonido, cuando no deberían hacerlo.
El cono de un altavoz es
forzado a vibrar por una corriente eléctrica que pasa por una bobina situada en
su base y sometida a un campo magnético.
Cuando el cono vibra, su vibración se transmite al aire y así llega a nuestros
oídos. En este artículo consideramos brevemente dos aspectos del altavoz: en
primer lugar, la vibración del cono mismo, y en segundo lugar, la del aire en
la caja que lo contiene y que es puesto en movimiento por la superficie
posterior del cono.

Figura
1. Modos del cono de un altavoz.
Elementos finitos
Las matemáticas son útiles para
tratar de entender estos procesos mediante modelización. Permiten representar
detalladamente distintas formas geométricas y, conociendo los parámetros correctos para los materiales
empleados, pueden predecir las frecuencias naturales y las formas o modos de la
estructura vibrante. De esta manera, sin necesidad de construir un prototipo
físico y comprobar (quizás con un láser) cómo se comporta, se puede hacer un
modelo matemático con un programa de ordenador y mostrar los resultados en la
pantalla de éste. Así es posible observar el comportamiento básico y los
efectos producidos por pequeñas modificaciones, lo que proporciona al ingeniero
diseñador una potente ayuda.
Un método matemático comúnmente
empleado son los elementos finitos. Como
sugiere su nombre, la idea fundamental es representar una estructura complicada
mediante un cierto número de formas regulares pequeñas sobre cada una de las
cuales se puede suponer un comportamiento simple.

Figura 2. Una malla de
elementos finitos dividiendo parte de una bocina en cuadrados.
Otras aplicaciones
El método de los elementos
finitos fue desarrollado a finales de los años 1950 en la industria aeronáutica
debido a la necesidad de analizar cómo se distorsionan bajo presión las distintas
partes de las alas y del fuselaje de un avión, y cómo responden a las vibraciones.
Se descubrió que muchos
otros problemas físicos diversos se pueden analizar por el mismo método: flujo
de calor, campos magnéticos y eléctricos, acústica... Se utilizan las variables
que definen las formas simples junto con las leyes físicas que relacionan la
aplicación de una fuerza con el desplazamiento subsiguiente, y se reúnen en un
sistema de ecuaciones grande. La fórmula es igual que para la masa simple de un
resorte:
pero ahora u es un vector cuyos términos
son los desplazamientos en un número (grande) de los puntos que definen la
estructura, y M y K son matrices que describen la masa y
la rigidez de las distintas partes de ésta.
Muchos ingenieros de diseño,
civiles y mecánicos, incluyendo los de la industria de alta fidelidad, disponen
ahora en sus despachos de software interactivo que hace (relativamente) sencilla
la utilización de esta herramienta matemática.
El altavoz Nautilus

Figura
3.
El altavoz Nautilus.
(B&W Loudspeakers Ltd)
|
Idealmente, el cono de un
altavoz debe responder por igual a las excitaciones de toda la gama de
frecuencias para no favorecer una más que otras. Sin embargo, el cono tiene un
sistema de frecuencias naturales, y cuando resulte excitado por éstas
resonará-responderá más que a otras.
Este problema es de difícil
solución. Aumentando la rigidez del material se puede aumentar la frecuencia a
la cual se presenta, y haciendo el cono de un material que absorba energía
(como el Kevlar®)
se puede dispersar el efecto y hacerlo menos perceptible. Todas las compañías
de altavoces tienen que lidiar con este asunto, pero Lawrence Dickie, ingeniero
de B&W Loudspeakers Ltd y diseñador
del altavoz Nautilus, adoptó un enfoque
algo radical.
Un procedimiento estándar es
dividir la gama de frecuencias en dos o tres tramos, y disponer electrónicamente
que cada tramo sea asignado a un cono distinto. Así cada cono puede ser diseñado
para abastecerse de una gama limitada, y su forma y material pueden ser
elegidos de modo que sus frecuencias naturales no estropeen el sonido. Lawrence
Dickie eligió cuatro, como puede verse en la Figura 3. Dickie
utilizó el Kevlar® para la unidad base y,
lo que es menos usual, el aluminio para las otras tres.
Sus ideas sobre la forma y el tipo de material fueron probadas antes de construir
el prototipo usando un modelo de elementos finitos.
Resonancias de la caja
El otro problema con el
diseño de altavoces estriba en las resonancias de cavidad de la caja. Se sabe
que una forma que inhibe las resonancias del aire es la de una bocina que se enrolle
exponencialmente, de modo que su perfil tenga la forma:
y = a e-bx,
donde a y b son constantes adecuadas. Esto es
técnicamente mejor que la habitual caja rectangular cuya resonancia es más
pronunciada, pero la forma de la bocina es más difícil de fabricar. Se puede
ver en el Nautilus para las bóvedas de corto y medio alcance. El cono mayor, para
las frecuencias más bajas, dio un problema, pues la longitud necesaria era
demasiado grande. La solución fue rizarlo en la forma que se ve en la Figura 3.
Esto por sí mismo dio origen a un problema matemático: ¿cómo se puede diseñar
una forma rizada tal que el área de la sección representativa
decrezca exponencialmente y, más difícil todavía, cómo puede ser contemplado en
el cálculo el grosor de la pared? Los elementos finitos no ayudarán aquí, se necesita
geometría y un enfoque numérico.

Figura 4. Los
contornos de presión computados para el mallado de elementos finitos de la Figura 2.
Incluso la forma exponencial
no es perfecta, como se puede ver en los contornos de presión computados en el mallado
de elementos finitos para parte de la mitad de una bocina posterior (Figura
4). Al escuchar el altavoz se notó una cierta distorsión alrededor de los 10.000Hz,
así que se modelizó el problema y la imagen generada por ordenador mostró una
acumulación de la presión cerca de la bóveda. ¡El modelo matemático enseña qué va
mal, el ingeniero tiene que decidir cómo solucionarlo!
¡Las matemáticas
pueden ser útiles!
B&W Loudspeakers Ltd
empleó a un titulado en matemáticas/física, que obtuvo un doctorado gracias a su
trabajo sobre esta clase de modelización combinada con optimización. Además, la
empresa consulta regularmente con matemáticos. Vemos así que ¡las matemáticas
pueden ser útiles!
Reconocimientos
PASS Maths quisiera agradecer a B&W Loudspeakers Ltd
de Worthing, Reino Unido su ayuda en la preparación de este artículo.
El Kevlar® o poliparafenileno
tereftalamida es una fibra artificial sintetizada por primera vez en
1965 por la química Stephanie Kwolek, con la colaboración destacada de Herbert
Blades, trabajando para DuPont. Muy resistente a la tensión y al fuego, se usa
habitualmente en blindajes, cordajes, equipamientos deportivos y ropa de
protección, como por ejemplo chalecos antibalas (N. de la T.).
Sobre el autor
David Henwood (1952) ha sido Principal Lecturer in Mathematics en el Brighton
Polytechnic (actualmente University of Brighton, Brighton, UK), y Senior Lecturer in Mathematics en la University of Zimbabwe.