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Escrito por José Martínez Aroza
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jueves, 19 de enero de 2006 |
Arte Fractal I
Recibido: jueves, 20 octubre 2005
Arte Fractal I
José
Martínez Aroza
Departamento de Matemática Aplicada
Universidad de Granada
e-mail:
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página
web: http://www.ugr.es/local/jmaroza

Figura 1. El Arrecife de Coral (Linda Allison).
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Advertencia
Este texto corresponde a la conferencia del mismo
título que he impartido en varias ocasiones ante distintos públicos. Su
concordancia con la charla misma viene gravemente condicionada y limitada por
dos causas. En primer lugar, las características del medio. Durante la
conferencia me apoyo en un abundante despliegue visual que, en mi opinión, la
hacen mucho más atractiva que la mera lectura de un texto, el cual viene acompañado
solamente de algunas de las imágenes que muestro en vivo, y no puede ofrecer
videos con imágenes en movimiento. Y en segundo lugar porque en aquélla hay
una parte esencial en la que el público participa en la elaboración de una
obra colectiva de arte fractal.
Con el fin de atenuar en lo posible el primero de
los defectos mencionados he publicado en mis páginas web personales un poco
del material visual complementario, con el que el lector podrá ayudarse (se
lo recomiendo vivamente) y disfrutar más de la lectura. El material publicado
en mi página http://www.ugr.es/local/jmaroza incluye también algunos vídeos, pero he de advertir que su descarga puede ser
lenta, ya que son archivos muy grandes (dos de ellos rondan los 200 Mb).
En lo referente a la segunda carencia (la
confección de una obra fractal por el público), me temo que no puedo hacer
nada salvo indicar que un buen programa para hacer fractales se puede
descargar del sitio web http://www.ultrafractal.com,
y es tan fácil de usar que se disfruta desde el primer momento.
En apariencia, el objetivo que persigue esta
exposición no es más que el de entretener, hacer pasar un buen rato al oyente
o al lector; pero hay un propósito oculto que puede pasar inadvertido a lo
largo del texto, y es el de mostrar que hay formas de usar las matemáticas
para cosas no convencionales, distintas de las usuales, y el de suscitar
interés por ellas a través de uno de sus aspectos relativamente más
atractivos, recientes y poco difundidos.
Arte y Matemáticas
El título preliminar que esta charla tuvo era Arte Matemático, el cual también
habría servido. Pero, al final, Arte
Fractal me pareció más concreto, más específico.
El Arte y las Matemáticas
son dos materias en apariencia contrapuestas, enfrentadas, de naturalezas
incompatibles. Arte significa
sensibilidad, sentimiento, emoción, afectividad, excitación, todo lo ligado
al corazón. Matemática es una
palabra que suena a frialdad, precisión, abstracción, rigor, es decir, cosas
ligadas a la mente racional y al pensamiento analítico. Parece difícil
conciliar ambas disciplinas, encontrar una zona común en donde ambas
interactúen, un terreno en donde justamente se usen las matemáticas para
producir obras de arte.
Pues bien, esa región
existe. Es más, esa región es un territorio salvaje y fértil, prácticamente
inexplorado, y las imágenes fractales están en algunos de sus rincones más
bellos.
El Arte
no es más que la imitación de la Naturaleza
LUCIO ANNEO SÉNECA
Me gustaría comenzar la
exposición citando a uno de los más grandes pensadores y filósofos españoles,
andaluz, cordobés por más señas, quien hace 2000 años ya tenía una idea clara
de lo que es el arte. Yo diría que en la actualidad esa afirmación de Séneca
no está tan clara como entonces, pero tampoco es malo que el concepto de lo
que es y lo que no es arte esté bajo discusión.
También creo que es mi
obligación precisar algunos detalles. En primer lugar, no entiendo mucho de
arte, no más que cualquier ciudadano de cultura media: distingo el gótico del
románico en arquitectura, el cubismo del surrealismo en pintura, y soy capaz
de diferenciar bien entre la música de Alejandro Sanz y la de Johann
Sebastian Bach, pero poco más. En segundo lugar, sí que entiendo algo de
Matemáticas, naturalmente, es mi profesión, sería un incompetente si no fuese
así; pero tanto mi especialidad docente como mi investigación van por caminos
ligeramente distintos al tema de esta charla. De hecho, hace tan solo unos
meses mis conocimientos sobre fractales eran más bien superficiales, aunque
en la actualidad creo que podría decirse que alcanzo el nivel de un
aficionado entusiasta.
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Figura 2. Volcano (Javier Barrallo).
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Figura 3. Ángeles en Verde (Linda Allison).
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Figura 4. Sangre Alienígena (Earl Hinrichs).
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Figura 5. Bilbao (Javier
Barrallo).
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Figura 6. Ojos de los Vigilantes (Domenick Annuzzi).
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Figura 7. Génesis (Íñigo Quílez).
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Figura 8. Taupenski (Janet Preslar).
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Figura 9. La Conjunción Misteriosa (Mark Townsend).
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Figura 10. Avalancha (Sylvie Gallet).
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Figura 11. Max-Planck Instituut, Dortmund (Mario Markus).
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Figura 12. El Bosque Encantado (Javier Barrallo).
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La Frontera entre el Arte y las Matemáticas
Las obras que aparecen en
las
Figuras 1 a 12 proceden de la exposición internacional de imágenes
fractales titulada La Frontera entre el
Arte y las Matemáticas, que se exhibió en Granada en julio de 2000, primero
en la Facultad de Ciencias y después en el Palacio de Exposiciones y Congresos,
con motivo de la Conferencia Euro-Árabe de Matemáticas Alhambra-2000.
Todas ellas son obras de prestigiosos y expertos artistas.
Los cuadros de esta
exposición fueron generados por ordenador y pasados a soporte de gran formato
en papel fotográfico por el profesor Javier Barrallo, de la Universidad del
País Vasco, a quien debemos la gentileza de darme el permiso para reproducirlas
aquí, y de suministrarme parte del material que se muestra.
Una fórmula
Cada una de estas obras es
la expresión plástica de una fórmula matemática. Sí, una fórmula
matemática. Con el tratamiento adecuado de color, y escogiendo ciertas
transformaciones sencillas, una sola fórmula matemática puede dar lugar, en un
ordenador, a esta explosión de formas y colores. Nada de lo que aparece en
ellas tiene la más mínima pincelada ni retoque manual en el sentido pictórico
tradicional. Quiero decir que todo esto se ha hecho manejando un teclado y un
ratón, y que los autores han experimentado con fórmulas y con números hasta
obtener el efecto deseado, pero en ningún momento han tocado directamente sobre
la imagen. Así que cada imagen es, en su totalidad, el resultado de una
fórmula. Perdonen que insista. No es que el fondo se haga con una fórmula y los
objetos en primer plano con otra, o algo así. No. Todo, absolutamente todo lo
que aparece en cada imagen, ha surgido de una sola ecuación. Hasta el punto de
que si al autor no le gusta una parte del cuadro y quiere cambiarla, entonces
debe escoger entre dejarlo como está o cambiarlo todo, modificando su fórmula.
Viendo estas obras uno
tiende a pensar que sus autores son unos señores muy sesudos que se han
estrujado la mollera hasta el agotamiento para dar a luz mágicas y, de seguro,
complicadísimas fórmulas matemáticas, capaces de generar esta belleza, y que
esto sólo está al alcance de mentes muy entrenadas y privilegiadas.
Nada más lejano de la verdad. Para hacer cosas como
éstas no hace falta saber muchas matemáticas; con las del Bachillerato basta.
Tampoco hay que pasar horas y días interminables frente al ordenador para
obtenerlas. Y tampoco el proceso de diseño de una de estas obras es tedioso y
aburrido, muy al contrario. Para convencerse de ello basta instalar en un
ordenador un programa de los muchos que hay para generar fractales, y probar al
azar. Claro que, para obtener algo de aspecto medianamente artístico, es
aconsejable conocer un poco los principios básicos que les dan su existencia.
Sin embargo, es importante resaltar que el hecho de que sea
fácil obtener así una imagen bonita o artística, no resta ni una pizca de
mérito a los artistas que han logrado estas obras. Ellos las han trabajado
durante cientos de horas hasta obtener un resultado que reflejase sus gustos,
sentimientos, o concepciones de la manera más fiel, y eso les eleva a la
categoría de artistas con todo merecimiento.
La propiedad de las obras fractales
Y son propietarios de su
obra como cualquier otro artista. Porque se comprenderá fácilmente que una obra
de arte debe estar protegida por las leyes de la propiedad intelectual, que
regula su reproducción entre otras cosas. Sin embargo, en el caso de obras como
éstas, generadas por computadora, se producen unas muy curiosas condiciones no
muy bien cubiertas jurídicamente.
Me explico. En primer lugar, no existe un original.
Tanto las imágenes aquí reproducidas como las láminas que fueron expuestas en
Granada y en otras ciudades, no son más que expresiones visibles de las
fórmulas matemáticas que las generan, y que constituyen la auténtica propiedad
de su autor. Podrían, si el autor quisiera, fabricarse mil copias de cada
imagen, sin más que darle al botón, y todas ellas serían idénticas entre sí,
sin que nadie pueda decir que una de ellas sea la auténtica y las demás
imitaciones.
Esta situación ha llegado
hasta el punto de dar lugar a un suceso bastante chocante. Una organización
sudamericana, interesada en exponer estos cuadros en Argentina, solicitó al
profesor Barrallo, depositario de la colección, que se los enviara para que
permaneciesen en aquel país durante un tiempo, transcurrido el cual serían
devueltos a su origen. Barrallo no puso inconveniente, pero los costes de
transporte transcontinental de objetos tan frágiles eran prohibitivos. ¿Qué
hacer? Se adoptó la revolucionaria solución consistente en enviar por Internet
los ficheros de las imágenes para su impresión a gran formato in situ y se
pactó la cláusula de que, al término de la exhibición, serían destruidos tanto
los archivos como los cuadros físicos. Esto resultó enormemente más barato que
el transporte tradicional.
El Teorema Fundamental
Así que comenzaré por
enunciar y demostrar el Teorema Fundamental del Arte Matemático, que dice así:
Teorema
Fundamental del Arte Matemático:
“Con las Matemáticas del
Bachillerato es posible hacer obras de arte”
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Y como Matemático que soy,
me veo en la obligación de demostrar rigurosamente todo cuanto afirmo. Para
ello me voy a remontar a tiempos muy recientes, a los años 1970, justo en el
desarrollo de la primera generación de computadoras.

Figura 13. Geometría clásica y naturaleza.
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Un ingeniero polaco, de
nombre Benoît Mandelbrot, trabajaba en la École Politechnique de París, sobre
teorías matemáticas relacionadas con la complejidad y el caos de los
fenómenos naturales.
La Geometría clásica, creada hace más de 2000 años,
está basada en formas como esferas, cilindros, conos, parábolas, elipses,
todas ellas simples, bien conocidas. Son formas útiles en la arquitectura
humana, pero no tanto en la naturaleza (Figura 13).
Nuestro entorno no está hecho en su mayor parte de esferas y cuadrados
(naturalmente me refiero a nuestro entorno natural, no al artificial creado
por el hombre.)
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Figura 14. Línea de costa.
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En palabras del propio Mandelbrot, las nubes no son esferas, las montañas no
son conos, las costas no son circulares y las cortezas no son lisas, ni
tampoco el rayo va en línea recta.
En 1975 Mandelbrot inventó la palabra fractal para designar la estructura
que siguen ciertas formas naturales. “Fractal” viene del latín “fractus”, que
significa “fragmentado” o “roto”, y también “irregular”. Es la palabra
perfecta. Veamos algunos ejemplos de fractales naturales.
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Autosemejanza

Figura 15. Cuatro ampliaciones del
mismo lugar.
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Fijémonos en los cuatro
dibujos de la Figura 14. Los he sacado de un
atlas y, para no dar pistas, he pintado toda la tierra de verde y todo el mar
de azul. Así, no podemos ver montañas, cordilleras, ríos, poblaciones, ni
nada que nos pueda ayudar a saber cuál es la escala. Sólo hay una línea
irregular que separa la tierra verde del mar azul. La pregunta es: ¿se puede
decir algo de la escala de estas imágenes? ¿Cuántos kilómetros abarca una de
ellas?
A simple vista no parece
haber diferencias entre ellas. Simplemente parecen haber sido tomadas del
mismo mapa, en lugares diferentes, pero con la misma escala. ¿Verdad?
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Figura 16. Autosemejanza en una rama de helecho.
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Pues no. En la Figura
15 se puede comprobar algo que en un
principio no era tan evidente. Son ampliaciones sucesivas, esto es, se trata
de cuatro vistas del mismo lugar, concretamente en la costa norte de Australia,
pero con cuatro aumentos distintos. Pero lo más interesante es que la línea
de costa presenta la misma estructura en una vista de satélite que en una de
avión. Veamos otro ejemplo en la naturaleza.
Esta hoja de helecho (Figura
16), una escolopendra, tiene una bella estructura, que se parece
mucho a la de cualquiera de sus fragmentos, y ésta a su vez a la de los
fragmentos menores. Esto se llama autosemejanza, es decir, parecerse a
sí mismo. Más ejemplos de autosemejanza en la naturaleza pueden verse en la Figura
17.
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Figura 17.
Más fractales naturales.
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Una nube es un
espectáculo natural, cotidiano y maravilloso. Todos hemos pasado alguna vez
un rato observando su forma y su movimiento. Les buscamos parecido con
elefantes, pájaros y naves extraterrestres. Las nubes tienen la misma
apariencia vistas desde lejos que desde la ventanilla de un avión. Un pedazo
de nube se parece una nube completa. ¿A qué distancia se encuentra ese mechón
de nube? Sin una referencia conocida, como por ejemplo un pájaro o un avión
que pase por allí, no se puede saber. La forma del mechón de nube no dice
nada sobre su tamaño.
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Las pequeñas ramitas de un
árbol suelen tener el mismo trazado que las ramas principales, y éstas que el
mismo tronco. Hay árboles en que esta autosemejanza llega a alcanzar hasta
siete niveles, desde el tronco hasta las ramitas más pequeñas. Algo muy
semejante ocurre en los cristales de hielo, en los sistemas fluviales con sus
grandes ríos, sus afluentes y sus pequeños arroyos y torrentes.
También ocurre esto en las
ramificaciones del sistema vascular humano, con sus grandes venas y arterias, y
sus minúsculos capilares. En los bronquios sucede algo parecido. Un trozo de
roca se parece bastante a la montaña de la que ha sido extraído. Recientemente
los astrónomos han descubierto que la distribución de estrellas en enjambres,
dentro de las galaxias, de las galaxias a su vez en grupos de galaxias, etc.,
indica que nuestro universo sigue un modelo fractal. Los fractales se asemejan
también al ruido de la radio cuando no sintoniza ninguna estación, a la
distribución de vehículos en una autopista con tráfico denso, a la variación de
las crecidas del río Nilo durante miles de años, a las fluctuaciones de la
bolsa... al paseo de un borracho.
Este trozo de brécol ¿es
suficiente para la cena de toda la familia, o es un pedacito como la punta de
mi meñique? Todos estos son ejemplos de estructuras que se parecen a sí mismas
al cambiar de escala, es decir, que al hacer una ampliación o reducción de la
escena, lo que se ve es muy similar a lo que ya había. La geometría fractal es
realmente la propia geometría de la naturaleza.
Autosemejanza en Matemáticas
En Matemáticas, el concepto
de autosemejanza no es nuevo. En 1904 el matemático sueco Helge von Koch dio a
conocer una curva conocida como curva de
Koch o Copo de Nieve. Se
construye a partir de un triángulo sólido (Figura 18), adjuntando en cada uno de sus tres
lados un triangulito de tamaño tres veces inferior. Después, en cada uno de los
doce lados resultantes se adhiere un nuevo triangulito tres veces inferior, y
el proceso continúa así indefinidamente.
El resultado final, como
límite de este proceso infinito, tiene el aspecto de un cristal de hielo, mal
llamado copo de nieve.
Observemos la forma
inferior. Es un fragmento de un copo de nieve. ¿Qué tamaño tiene este copo de
nieve? Puede que lo que estemos viendo sean tres de los seis lóbulos
principales, con lo cual la imagen mostraría más o menos la mitad del copo.
Pero también puede ser que lo que vemos sean sólo las rugosidades del lóbulo
superior, quedando debajo los otros cinco, y el copo sería algo mayor que la
hoja de papel. O también puede que estemos ante la punta del iceberg, y que el
copo que está debajo en realidad sea gigantesco, tan grande como la propia
Tierra. No hay modo de saberlo.
Por extraño que parezca, la
longitud entre dos puntos cualesquiera del borde del copo es siempre infinita.
Por muy cercanos que parezcan dos puntos de esta orilla, nadie puede pretender
recorrerla de uno al otro.

Figura
19. Triángulo de Sierpinski.
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Monstruos matemáticos
Los matemáticos de
aquella época, extrañados, etiquetaron ésta y otras figuras como “monstruos
matemáticos”. Otro monstruo es el Triángulo de Sierpinski (Figura 19), que se obtiene a partir de un triángulo
inicialmente sólido, retirándole de su parte central un triángulo semejante,
más pequeño, invertido, y repitiendo el proceso con los tres triángulos,
también semejantes, que quedan. El resultado final de este proceso infinito
es el que vemos en la Figura 2.
Los matemáticos han
encontrado que el área del triángulo de Sierpinski es cero. Sí, sí, cero. Se
trata de una figura cuya superficie es nula. Es como si fuese una colcha de
tela de araña o de tul muy tenue, hecha de un hilo tan fino, tan fino, que no
llega a cubrir absolutamente nada. Podría ser un bonito velo fractal para una
novia fractal en su boda fractal, pero está claro que su utilidad como manta
para el invierno queda descartada.
Otro monstruo es la
Alfombra de Sierpinski (Figura 20),
que es el equivalente del anterior, pero con cuadrados. Al igual que el
triángulo, tiene un área de cero unidades. Por tanto, esta alfombra tiene la
ventaja de que no hace falta levantarla para barrer por debajo, porque como
no tapa nada... Así que el que consiga fabricar alfombras de Sierpinski,
puede tener el negocio asegurado.
Otro monstruo, pero en
tres dimensiones, es la Esponja de Menger (Figura 21), que se obtiene a partir de un cubo macizo,
subdividiéndolo en 27 cubitos iguales más pequeños y retirando el cubito
central interior y los centros de cada una de las seis caras, en total siete
cubitos. Después de esto quedan 20 cubitos, a los cuales se les repite
individualmente este proceso, y así indefinidamente. Aquí vemos las tres
primeras fases de la construcción de la esponja de Menger.
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Figura
20. Alfombra de Sierpinski.
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Figura
21. Esponja de Menger.
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Para ver mucho más claro
qué forma tiene la porción que se retira del cubo en la primera fase,
permítanme recurrir a un artista universal, el español Salvador Dalí. La Figura
22 muestra su obra titulada Corpus
Hipercubicus, que se suele citar como ejemplo visible del desarrollo
tridimensional de un hipercubo de cuatro dimensiones, pero a mí me sirve aquí
para ilustrar la parte retirada del cubo. Bueno, con la salvedad del cubito
inferior, donde Jesucristo tiene sus pies apoyados.
Hagamos una breve visita
turística a la esponja de Menger (Figura 23).
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Figura 22. Corpus Hipercubicus, de Salvador Dalí.
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Figura 23. Diversas perspectivas de la
esponja de Menger.
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Pues resulta que la
esponja de Menger tiene un volumen de cero unidades. ¿Se imaginan una esponja
que no ocupe absolutamente ningún volumen? Debe de ser capaz de empapar un
montón de líquido, así que sus posibilidades comerciales como artículo de
limpieza y de aseo son fantásticas. Además, su transporte sería baratísimo,
primero, porque no pesa nada, y segundo porque, si las comprimimos, podemos
empaquetar mil trillones de esponjas en una caja de cerillas... y la caja
seguiría estando igual de vacía.
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Sobre el autor
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José Martínez
Aroza es
profesor del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de
Granada. Su actividad docente e investigadora comienza en 1979 en el
(entonces) Colegio Universitario de Almería. En 1987 se incorpora a la
Universidad de Granada como profesor titular. Desde su fundación, hace más de
quince años, es miembro del Grupo de Investigación en Física de la
Información y Sistemas Complejos. En todo ese tiempo su trabajo se ha
repartido entre la docencia propia de su área, principalmente el análisis
numérico, y la investigación en temas diversos, entre los que se encuentran
los errores numéricos en la computación, las matemáticas del diseño por
ordenador, el análisis y procesamiento digital de imágenes y, recientemente,
la segmentación de secuencias simbólicas como el ADN. Como fruto de esta
actividad, ha dirigido varias tesis doctorales y ha publicado algunas docenas
de artículos científicos en revistas de reconocido prestigio internacional. A
su labor profesional se une un alto interés por la divulgación de la ciencia
en general, y de las Matemáticas en particular.
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