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Escrito por Narciso Román Roy
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domingo, 12 de marzo de 2006 |
Ciencia y tecnología en la obra de Julio Verne
Recibido: miércoles, 16 noviembre 2005
Ciencia y tecnología en la obra de Julio Verne
Narciso
Román-Roy
Departamento
de Matemática Aplicada 4
Universitat
Politècnica de Catalunya
e-mail: nrr @ ma4.upc.edu
página web: http://www-ma4.upc.edu/~nrr
Todo
lo que una persona es capaz de imaginar, otras podrán hacerlo realidad.
JULIO VERNE (atribuida)
Es bien sabido que el
presente año 2005 ha sido declarado el Año
del Quijote, al cumplirse el 400 aniversario de dicha obra (como los medios
de comunicación nacionales se han encargado de difundir ampliamente). También
hay otras dos efemérides, no menos relevantes, aunque probablemente menos
conocidas a nivel popular, debido al escaso eco mediático que han tenido: el
centenario de la publicación por Albert Einstein de sus cuatro famosos trabajos
que revolucionaron la Física del siglo XX, hecho por el que también este año ha
sido declarado como el Año Mundial de la
Física, y el centenario de la muerte
del escritor francés Julio Verne (Figura
1). Siendo la primera puramente literaria y la segunda meramente
científica, la tercera de ellas, aunque de carácter esencialmente literario,
también guarda cierta relación con el mundo de la ciencia y la tecnología, como
pretendo poner de manifiesto en este ensayo.
No voy a entrar en
detalles sobre los aspectos biográficos de Julio Verne (el lector interesado
puede encontrarlos, por ejemplo, en [1, 2, 3, 4]).
Mi intención es centrarme únicamente en los aspectos de su obra que tienen una
relación directa con la ciencia y la tecnología de su época y posterior.

Figura 1.
Julio Verne (1828-1905).
|
Mucho se ha
especulado sobre si Julio Verne era un visionario, o si su gran conocimiento
de los adelantos tecnológicos de su época y su portentosa imaginación le
permitieron prever, con gran acierto, muchos de los logros científico-técnicos
que habrían de producirse posteriormente (en [5, 6]
puede leerse un estupendo ensayo en dos partes sobre el particular).
Personalmente, me inclino por la segunda opción, aunque hay que hacer constar
que algunas predicciones de varias de sus novelas resultan asombrosamente
proféticas.
También se ha
discutido sobre si debe considerársele como el fundador de la moderna ciencia
ficción (CF). Aun cuando muchos se decantan por atribuir este honor al
escritor británico Herbert George Wells, contemporáneo suyo, a Verne le cabría el
honor, como mínimo, de ser el precursor de lo que hoy en día se ha dado en
denominar la ciencia ficción dura,
que es un estilo dentro de éste género en el que las descripciones que se realizan
están siempre fundamentadas en sólidos argumentos científicos, tecnológicos
y/o sociológicos (Arthur C. Clarke es, tal vez, el escritor arquetípico de
esta línea, aunque también habría que mencionar a autores más modernos como
Gregory Benford, Joe Haldemann, Orson Scott Card o Dan Simmons, entre otros
muchos). También debe señalarse que muchos aficionados al género sólo
consideran verdadera CF a esta última corriente, argumentando que el resto
entra en el dominio de la literatura fantástica.
|
Efectivamente, como
se podrá ver a lo largo de esta exposición, todas las narraciones de Verne que
pueden catalogarse dentro del género de la ficción científica están sólidamente
fundamentadas en rigurosas explicaciones técnicas y científicas en las que el
escritor gusta de explayarse.
Hay, sin embargo, una
diferencia esencial entre Verne y los modernos autores de la línea dura de la
CF y es que, mientras que muchos de estos últimos tienen una formación
científica, Verne carecía de ella (de hecho, su padre era abogado y pretendía
que su hijo siguiera sus pasos, a lo que éste se negó, dedicándose a escribir
desde su juventud). Lo que sí tenía Julio Verne era un insaciable afán de
conocimiento que cultivaba visitando asiduamente la Biblioteca Nacional. Allí
se dedicaba a estudiar obras y artículos sobre todas las ciencias conocidas,
además de interesarse por los adelantos tecnológicos de su tiempo y, sobre
todo, por la Geografía, que era una de sus grandes pasiones, como es bien
patente también en todas sus novelas. Hay que hacer notar que fue contemporáneo
de grandes científicos y pensadores como Charles Darwin, Alexander Von
Humboldt, Karl Marx, James C. Maxwell, Gregor Mendel, Louis Pasteur, Wilhelm
Roentgen y otros; además de escritores como el ya mencionado Wells, Victor Hugo
o Alejandro Dumas.
Aunque Julio Verne
escribió más de 80 novelas [4, 7],
voy a centrar mi exposición únicamente en las más relevantes de las que pueden
ser consideradas “de anticipación” y, en particular, en comentar los aspectos
que en ellas se describen y que están directamente relacionados con la ciencia
y la tecnología. Para más detalles sobre estas cuestiones, remito al lector a
las referencias del final del artículo.
- Cinco
semanas en globo (1863): No es propiamente una novela
de anticipación, pues los desplazamientos en globo eran bien conocidos desde
las experiencias de los hermanos Montgolfier, ochenta años atrás. Sin embargo,
contiene elementos novedosos. En ella Verne describe un viaje de larga duración
y detalla un método para dirigir y controlar el globo tanto horizontal como
verticalmente (todo ello, impensable hasta la fecha).
- De
la Tierra a la Luna (1865), Alrededor de la Luna
(1870): Una de las más celebradas obras de Verne, editada en dos partes, y que
es una verdadera novela de anticipación en toda regla. Además de ser exquisita
en cuanto a ciertos detalles científicos del viaje espacial (descripción del
vuelo en condiciones de ingravidez, de la órbita en torno a la Luna, de los
paisajes lunares, y de la corrección de la trayectoria por medio de cohetes),
Verne hace un alarde de anticipación a lo que 100 años más tarde sería el
proyecto Apolo que colocó al primer
hombre en nuestro satélite: la cápsula de su novela tiene aproximadamente las
mismas dimensiones y peso que la de la misión Apolo XI, va tripulada por tres personas, es lanzada desde una
ubicación casi coincidente con el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral,
ameriza a 4 kilómetros de distancia del lugar donde lo hizo la cápsula Apolo VIII y la duración del viaje es
prácticamente la misma. No obstante, como toda obra de ficción científica, el
relato no está exento de errores, como que la cápsula espacial sea un proyectil
que es disparado desde un cañón, con lo que la aceleración para alcanzar la
velocidad de escape sería insoportable para los tripulantes. Hay que hacer
notar finalmente que, a fin de que la narración tuviera el nivel de rigor que
él deseaba, Verne requirió la ayuda de un primo suyo, Henri Garcet, que era
profesor de matemáticas.
- 20000
leguas de viaje submarino (1870): Otra de las
novelas más emblemáticas del autor en la que, además de introducir a uno de sus
personajes más complejos (el capitán Nemo), presenta un prototipo de los
modernos submarinos: el Nautilus (Figura 2). Aunque la idea de navegación
submarina había sido considerada muy anteriormente y, de hecho, los primeros
modelos de naves submarinas ya habían sido probados desde principios de siglo,
nada tienen que ver estos rudimentarios buques con el que aquí se nos presenta.
Es magistral la descripción que Verne hace de las características de esta nave:
su propulsión y mantenimiento por electricidad, su sistema de navegación y
submersión, los mecanismos de almacenamiento y reciclaje de aire y de soporte
vital, el diseño de su doble casco, así como el uso de escafandras autónomas de
buceo y tanques de aire; todo ello realmente novedoso en esa época. Además, el
autor se recrea en prolijas descripciones de la flora y fauna marinas. Por todo
ello, esta podría ser considerada como una auténtica novela dentro del género
de la CF dura. En su honor, el primer submarino nuclear de los USA, que navegó
bajo los hielos del Ártico en 1958, llevó el mismo nombre que el de la obra.

Figura 2. El Nautilus.
- Los
quinientos millones de la Begun (1879): Es una de
las novelas más estremecedoras de Verne. En ella se hace un dramático ejercicio
de anticipación. Uno de sus protagonistas, el alemán Dr. Schultze, es un
megalómano cuya personalidad e ideología son un retrato de la figura de Adolf
Hitler, y que utiliza tecnología avanzada para sus fines destructivos.
- La
casa de vapor (1880): Donde los protagonistas viajan
en un vehículo que, por sus características, se asemeja a los carros de combate
de la actualidad.
Robur
el conquistador (1886): Se presenta en esta obra un
antecesor de los modernos helicópteros: el Albatros
(Figura
3). Se trata de un navío
semejante a un barco de la época, pero en cuyos mástiles, agrupados por
parejas, en vez de velas, se hallan dispuestas horizontalmente hélices que
giran en sentidos opuestos; lo cual hace que el aparato se sustente en el aire.
Otras hélices provocan el desplazamiento de la nave. Al parecer, Verne basó su
creación literaria en las maquetas de unos ingenieros franceses, que él
conocía. Resulta novedoso, no obstante, el hecho de que toda la propulsión de
su artefacto se basa en el uso de la electricidad; idea esta que aparece en
otras novelas suyas. El Albatros
sirvió de inspiración posterior a Igor Sikorsky en sus primeros diseños de
helicópteros.
- El
diario de un periodista americano en el año 2890
(1889): Coescrita con su hijo Michel, se narra el uso de un procedimiento de
comunicación similar a la teleconferencia. También se describe una ciudad
superpoblada, con enormes rascacielos, llena de coches y trenes voladores, en
la que la publicidad se proyecta sobre las nubes y donde el control de la
prensa es casi total.
- El
castillo de los Cárpatos (1892): En este
relato Verne anticipa el uso de las cercas electrificadas (que no aparecerían
hasta la I Guerra Mundial).
- La
isla con hélice (1895): La imaginación de Verne se
desborda, presentando todo un muestrario de tecnología entre la que, hoy en
día, reconoceríamos con facilidad el fax, los elementos multimedia, los medios
electrónicos de transmisión de información e, incluso (en una muy atrevida
interpretación, a mi entender), un anticipo del correo electrónico y la red
Internet.
- Ante
la bandera (1896): Se describe aquí un arma en la
que algunos han creído ver un símil (algo forzado, tal vez) con los misiles
nucleares: el fulgurador Roch es un
artefacto autopropulsado, equipado con un novedoso explosivo que explota a
cierta altura y provoca una devastación total en una extensa área, y que ha
sido inventado por un científico loco.
Dueño
del mundo (1904): En cierto modo es una
continuación de Robur el conquistador,
con el mismo protagonista, Robur, quien ha creado el Espanto (Figura 4), un pequeño vehículo que
reúne las características de automóvil, barco, submarino y avión. De hecho, por
la descripción que en el libro se hace de su forma de volar (se mantiene en el
aire por medio de alerones y se propulsa echando fuego por su parte posterior),
se puede considerar un anticipo de los aviones a reacción.
El
eterno Adán (1910): Relato de anticipación en la
más pura línea catastrofista, en el que, tras enumerar los avances científicos
de nuestra civilización en un año posterior al 2000, se narra su desaparición a
causa de un desastre natural y el posterior resurgir, desde la prehistoria, de
otra nueva.
La
asombrosa aventura de la misión Barsac (1919): Otro
relato en tono pesimista en el que aparecen nítidas descripciones de adelantos
tecnológicos como el control de la lluvia y otros que podrían ser
identificables con mecanismos de control remoto y el propio láser. También se
detalla el uso de sofisticados métodos de tortura por medio de electricidad.
París
en el siglo XX (1994): Escrita en 1863, no se editó
en su tiempo debido a su tono profundamente pesimista. Presenta una sociedad
deshumanizada y tiranizada por la tecnología. En ella se habla del ferrocarril
metropolitano, de la iluminación urbana por electricidad y de unos instrumentos
de cálculo que son fácilmente identificables con las actuales calculadoras.
En este sucinto
repaso se puede observar claramente que, aun carente de formación científica,
Julio Verne tenía una auténtica pasión por la ciencia y la tecnología, lo que
le llevó a extrapolar en sus novelas muchos de los conocimientos de su época.
También es reseñable que, aunque en la mayoría de sus relatos presenta la ciencia
como un elemento de ayuda para el desarrollo y bienestar de la sociedad, al
final de su vida cambia hacia una mentalidad más pesimista y en algunas de sus
obras se ponen de manifiesto los peligros que el mal uso de la tecnología puede
acarrear.
En cualquier caso,
estoy convencido de que la lectura de sus novelas no puede defraudar a los
lectores del género de aventuras y, en particular, a los amantes de la ficción
científica.
Referencias
Aunque existen
multitud de libros y artículos que tratan sobre la obra de Julio Verne, me
limito a dar aquí una pequeña lista, en absoluto exhaustiva, de direcciones URL
en español en las que se desarrollan de manera más amplia y detallada muchas de
las ideas expuestas en este artículo. También en ellas se encuentran bastantes
enlaces a otras páginas interesantes sobre temas relacionados con el escritor y
su obra.
[1] Eduardo Berti: ABC de un tal Julio Verne, http://sololiteratura.com/berti/bertiabcdeuntal.htm.
[2] Conti
González Báez: Julio Verne,
http://www.radioredam.com.mx/grc/homepage.nsf/main?readform&url=
/grc/redam.nsf/vwALL/MALZ-5NEUFU.
[3] Wikipedia, la enciclopedia libre: Julio Verne, http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Verne.
[4] Viaje
al centro del Verne desconocido, http://jgverne.tripod.com.
[5] Ariel Pérez: Julio Verne:
¿inventor o visionario? (1ª. parte),
http://lafundacion.webcindario.com/art005.htm.
[6] Ariel Pérez: Julio Verne:
¿inventor o visionario? (2ª. parte),
http://lafundacion.webcindario.com/art006.htm.
[7] Julio
Verne: el más desconocido de los hombres,
http://www.geocities.com/paginaverne/biblio_int.htm.

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Sobre el autor
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Narciso Román-Roy (1957) es Licenciado en Física Teórica (Universidad de Barcelona, 1979) y Doctor en Física (Universidad de Barcelona, 1986). Desde 1990 es Profesor Titular de Universidad de Matemática Aplicada en el Departamento de Matemática Aplicada 4 de la Universitat Politècnica de Catalunya. Sus principales áreas de investigación son la Geometría Diferencial Aplicada y la Física Matemática, en las que es autor de unos cincuenta trabajos en revistas y actas de congresos. Entre sus aficiones se encuentran la ciencia ficción, las artes marciales y otras disciplinas orientales, y la música moderna. |
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