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FRANCES ALLEN, ÚNICA MUJER PREMIO TURING, ACERCA EL MUNDO DE LA COMPUTACIÓN A SANTIAGO DE COMPOSTELA. La ganadora en 2006 del equivalente al Nobel de las Ciencias de la Computación ha participado en el Programa ConCiencia.
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Las mujeres volverán a interesarse por la Ciencia de la
Computación cuando esta sea esencialmente relevante para la sociedad: con esta
contundencia hablaba en un encuentro con medios de comunicación la científica
Frances Elizabeth Allen, premio Turing 2006, que ha visitado Santiago de
Compostela para participar
en el Programa ConCiencia
(ver Noticias,
Matematicalia). Es la primera mujer que
participa en este programa, organizado
por la Universidade de Santiago de Compostela en colaboración
con el Consorcio de la ciudad y el apoyo de la
Fundación Caixa Galicia.

Con esta frase, Allen justificaba la escasa presencia de la mujer en el ámbito de la
investigación en computación a pesar de mostrarse esperanzada en que las
modernas formas de vida, con nuevos campos de trabajo más atractivos y
flexibilidad horaria, propiciarán su vuelta a esta disciplina científica
aportándole a su vez un mayor pragmatismo. El momento actual es de inflexión
para la computación - explicaba - en tanto
que la capacidad de comunicación y de computación se están fusionando y así
mejorando su utilidad. Además, subrayaba que las nuevas tecnologías
derivadas de la computación son cada vez más baratas, lo que permite una mayor
accesibilidad a éstas de las personas con menos recursos.
El acto central de su visita tuvo lugar el jueves día 30 de octubre, con la conferencia
titulada Una
peregrinación por las altas sendas de la computación, abierta a todo el público
interesado.

Al margen de sus éxitos científicos, Frances Allen se ha distinguido por su
trabajo en defensa del acceso de la mujer a la ciencia, especialmente en los
campos de la ingeniería y la computación. Este esfuerzo por una mayor
visibilidad de la mujer en la ciencia se dejó notar el viernes 31 de octubre a
través de un
coloquio con investigadoras en la Escuela Técnica Superior de
Ingeniería de Santiago. Allen aprovechó la ocasión para solicitar que se
realicen esfuerzos encaminados a dar a conocer los nombres de aquellas "que
inventaron grandes cosas y son absolutamente desconocidas". Ante unas 50 mujeres investigadoras en distintos ámbitos de la
ciencia, admitió que durante mucho tiempo se encontró
"muy sola" en su profesión. Lamentó además el no haber podido
acceder, por su condición de mujer, a
puestos que, por su experiencia, se merecía. La computación no es un campo
amistoso para las mujeres, reconoció. Precisamente, opinó que las políticas de discriminación positiva
están bien, porque están haciendo efecto. Después de tiempos
muy duros para la mujer en las ciencias, ahora se empiezan a romper las
barreras, celebró. Sin embargo, defendió la necesidad de cambiar las técnicas
de enseñanza y de dotar a la computación de una utilidad social para lograr
que las mujeres se interesen más por esta disciplina. Calificó de frustrante
el hecho de que las mujeres no vean reconocido
su trabajo, por lo que apostó por que se promueva y se reconozca su labor.
Frances Elizabeth Allen (EE.UU, 1932) recibió el Premio Turing
en 2006 por sus
investigaciones que mejoraron fundamentalmente el rendimiento de los programas
de computador y aceleraron el uso de sistemas de computación de alto
rendimiento. El Premio se otorga anualmente desde mediados de los años 60
por la Asociación para la Maquinaria Computacional (ACM),
a aquellas personas que hagan contribuciones que
perduren en el tiempo y sean de naturaleza técnica vital para la comunidad de
las ciencias de la computación. El galardón rinde tributo a Alan
Mathison Turing: en sus más de cuarenta ediciones sólo se le ha
concedido a una mujer, Frances Elizabeth Allen.
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